Este Post que están
leyendo, tenía varios días analizando sobre si debía escribirlo o no. A la
final decidí hacerlo, por que cuando comencé este Blog dije que narraría mis
experiencias en la cocina, incluyendo las frustraciones…
Siempre he preparado salsa
Carbonara de una manera sencilla: sofriendo tocineta en una sartén, añadiendo
crema de leche, queso parmesano, sal y pimienta. Esta técnica siempre había
funcionado de maravilla, sin embargo yo sabía que la receta clásica incluye
yemas de huevo, y esta vez quise hacerla así.
Todo iba muy bien hasta
que, coloque las yemas en baño de María para pasteurizarlas y luego se las
añadí a mi salsa base… Una salsa que tenía un aspecto maravilloso, era espesa y
con un sabor exquisito, se transformó en una tragedia! Tan pronto añadí las
yemas la salsa se volvió grumosa, prácticamente parecía un queso ricotta!!!
Trate de solucionarlo añadiéndole,
un poco de liquido de la cocción de la pasta y mejoró mínimamente, pero les
puedo decir que perdí todo el trabajo y dedicación que había puesto. De sabor
no estaba mal, pero al cambiar la textura de esa manera, el plato no se puede
disfrutar.
Todos mis consejos sobre
cocinar con buena actitud y arriesgarse los había cumplido, pero cuando vi
semejante desastre no supe manejar la frustración, confieso: Fue un duro golpe
al ego.
Las fotos llegaron hasta
donde la salsa tenía buen aspecto, no hubo foto final…
Hoy varios días después,
reflexiono, analizo, acepto y aprendo.
Aunque creo que pasará un
buen tiempo, para que vuelva a arriesgarme a hacer la versión que incluye yemas
jajajaja!
Aquí les dejo las fotos de
cómo realmente terminó ese día!!! ;)
Besos,
Astrid.
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